Primera Asamblea
Esta es la Primer Asamblea Popular de la Ciudad de Venado Tuerto, atrás queda un período bastante prolongado y vergonzante en el que los venadenses preferimos vernos como privilegiados y suponer que éramos una isla a la que no afectaban los males del país. El tiempo y los hechos, que suelen tener más paciencia y contundencia que nuestras jactancias, nos han demostrado que no era así, que estábamos equivocados. Sólo se trató de un momento de apogeo en el que preferimos leer con el ojo ciego de la conveniencia.
A pesar de eso, Venado Tuerto tiene una importante historia de luchas y reivindicaciones sociales de la que sentirse orgulloso; historia que no ha detenido su abnegada labor, ni siquiera en los momentos más difíciles de nuestra Nación. Basta con ir al Museo Cayetano Silva y mirar las fotos de 1920, cuando las populosas columnas de ferroviarios marchaban por las calles de la ciudad bregando por los derechos de los trabajadores; basta con recordar la actitud desprendida de aquella gloriosa generación que fundó las bibliotecas, los clubes, las mutuales y la mayoría de las entidades intermedias venadenses con un criterio de ciudad amplio, integral y participativo; basta con recordar a Tacuarita Brandaza y los 18 desaparecidos venadenses que ofrendaron sus vidas en pos de un país diferente; basta con recordar lo que fue Luz y aquellas dos históricas jornadas de arte y cultura popular; basta con recordar la Biblio, el Galpón del Arte y la Federación de Cooperadoras Escolares; basta con recordar el incansable peregrinar de Ana Braghieri y las dolorosas marchas de los viernes reclamando justicia por la muerte de su hijo Clemente Arona; basta con agudizar el oído y escuchar el redoble bullanguero del CEJ y su revoltosa murga.
¿Cuál es la conveniencia de una sociedad cuando a unos les va bien mientras a otros les va mal?
Hace poco, Roberto Cosa –un dramaturgo argentino que insiste en remarcar el carácter suicida de una democracia que desde 1983 viene ninguneando a la cultura– sostenía que hay tres clases de personas: una pequeña minoría que disfruta con el mal ajeno; una mayoría indiferente a la que no le interesa la suerte de los demás; y una minoría que no puede completar su felicidad mientras haya gente sufriendo tan cerca de su morada. Y finalmente agregaba, que era con esa minoría con quien teníamos que construir un nuevo país.
Hoy, esas actitudes parecen haber modificado sus proporciones. Argentina ha resuelto ponerse de pie y reencontrarse con esa historia de luchas populares y fervores libertarios a las que tanto le debemos como país. Y Venado Tuerto, afortunadamente, ya no es una excepción: lo demuestran los 7000 votos que se expresaron en la consulta popular organizada por el Frente Nacional contra la Pobreza; lo demuestran las multitudinarias reuniones del club del trueque y su universidad de la gente; lo demuestra el gran cacerolazo del viernes pasado, lo demuestran los jóvenes que en este preciso momento avanzan desde los distintos barrios para apropiarse de la plaza pública con el mismo bochinche y la misma vitalidad que desde hace varios años vienen coloreando a diario estas cuatro manzanas, como si se tratara de un mensaje cifrado y un nuevo modo de participar que no supimos entender; lo demuestra también la marcha de mañana de los jubilados y lo demuestra esta Primer Asamblea Popular que ha decidido plegarse a este gran Cabildo Abierto en que se ha convertido la República.
Las masas siempre fueron multitudes que confiaron su identidad a los líderes. Por eso se llaman masas, porque se trata de un mazacote informe, sin criterio ni voluntad propia. La política argentina de los últimos 25 años tiene mucho de eso y mucho, por lo tanto, para cambiar. El “no te metas” que promovió la última dictadura fue la forma más perversa de esa masificación que contó con la anuencia de muchos dirigentes.
Cansados ya del manoseo y la impunidad, esta Asamblea Popular es la voz de una ciudadanía que se ha visto en la obligación de interpelar a sus representantes por no haber estado a la altura de sus responsabilidades y por haber defraudado –y en muchos casos traicionado– la confianza pública; esta es una Asamblea de gente que ha decidido reencontrarse con su dignidad y otorgarle el protagonismo que se merece. Esta Asamblea es, por lo tanto, la recuperación de nuestra postergada y bastardeada identidad.
Esta Asamblea Popular excede los reclamos del mal llamado corralito, al que deberíamos llamar por su verdadero nombre: incautación ilegal de los ahorros del pueblo.
Esta Asamblea Popular ha sido autoconvocada por ciudadanos y entidades intermedias con el objeto de tratar aquellos temas que afectan a la comunidad en su conjunto. No reconoce, por lo tanto, una autoridad mayor que su propia soberanía; al tiempo que autoriza a todos los ciudadanos a expresar libremente su opinión y plantear aquellas problemáticas sociales que considere pertinentes.
La Asamblea no tiene un Presidente ni autoridad mayor que sí misma. Se reivindica abierta, pluralista y soberana. Porque si la voluntad popular recupera la soberanía, el país recupera la soberanía.
Mi rol en esta Asamblea será el de moderador, puesto con el que he sido honrado en representación de las Revistas Lote y El Entuerto, del mismo modo que la semana que viene, cuando esta Asamblea continúe, lo será un compañero de otro medio, pues antes que periodistas y comunicadores somos ciudadanos venadenses y tenemos las mismas ganas que ustedes de batir cacerolas que durante tanto tiempo han sido utilizadas nada más que para cocinar y juntar telarañas, cacerolas que si alguna vez sirvieron para calentar el aceite que contuvo el ímpetu avasallador del imperialismo, hoy está sirviendo para detener a sus muchos representantes que se han enquistado en la nación.
Pronunciado en la Plaza San Martín de Venado Tuerto, marzo de 2002