Entrevista Revista Ñ, Sección Cátedra, 2009

1) ¿Cuál es el origen del concepto de facultad libre?

Se remonta a los orígenes de la democracia, en la ciudad de Venado Tuerto, cuando un grupo de “militantes de la vida” recibe la conducción de la Biblioteca Popular Florentino Ameghino y, con cierta desvergüenza, deciden renovar el modelo institucional y vincularlo al ideario de sus fundadores, obreros ferroviarios que a principio de siglo también habían fundado clubes de fútbol, gremios y mutuales. La idea se hizo proyecto y el proyecto realidad: La biblioteca se convirtió en un centro cultural de múltiples servicios y se afilió a la Asociación de Fútbol Argentino para jugar los torneos de fútbol en la Liga Venadense. En poco tiempo se produjo un trasvasamiento poco frecuente de valores y de gente entre lo deportivo y cultural que avivó todo el sur de Santa Fe. Con esa inercia, en mayo de 1990, ponen en marcha la Facultad Libre, una experiencia de educación no formal que recupera un sentido humanista que la formación profesionales fue perdiendo de vista. Esa experiencia duró hasta 1994. En 2005, se pone en funcionamiento en la ciudad de Rosario con el apoyo de la Municipalidad. Desde entonces realizamos actividades en gran parte del territorio nacional. Lo último, en Córdoba y Villa María junto a la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba, y en Buenos Aires junto al espacio cultural Oeste, del Mercado del Progreso, en el barrio de Caballito.

2) ¿Quiénes son los potenciales alumnos, para quién está pensado?
Los alumnos de la FL son de la más variada procedencia. La posibilidad de acceder con sólo saber leer y escribir hace que nuestros cursos sean compartidos por gente que quiere darse una oportunidad diferente, por mayores que quieren saldar asignaturas pendientes, por universitarios que quieren complementar sus carreras. La FL da la posibilidad de acceder a una educación diferente, en la que están desobligados de cuestiones formales.

3) ¿Cómo se eligen los cursos a dictar?

Los cursos y el modo en que se llevan adelante no están ajenos a una institución que se ha propuesto convertir a la Facultad Libre en un laboratorio de ideas y que por lo tanto asume el desafío de revisar el concepto de educación, realizando innovaciones pedagógicas y didácticas en el campo de las humanidades y ciencias sociales. Porque así lo demandan los tiempos que corren: tanto los jóvenes que habitan una sociedad que se ha vuelto inasible para gran parte de sus mayores, como los mayores que se encuentran compelidos a repasar sus paradigmas. Así surgieron, entre otras materias, “De senectute” (sobre la vejez), por Oscar del Barco; “Las cosas del querer”, por León Rozitchner; “El arte de amar”, por Héctor Schmucler; “Juego, máscara y escena”, por Mario Buchbinder; “Fe de erratas: los equívocos de la travesía nacional”, por Luis Frontera.

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